Puesto que Existe un gran interés por desarrollar baterías ligeras, baratas, sin partes metálicas, y que perjudiquen lo menos posible al medio ambiente, Albert Mihranyan y su equipo de la Universidad de Uppsala, Suecia, se dieron cuenta de que mediante un recubrimiento de ‘PPy’ (plástico) en un substrato con una gran área de superficie, y controlando cuidadosamente el espesor de dicha capa, es posible mejorar la capacidad de carga así como la velocidad de carga y descarga.
Recurriendo a la nanotecnología, estos científicos produjeron una estructura molecular compuesta en un 90% de celulosa y un 10% de nano-tubos de carbono que actúan como electrodos y permiten conducir la corriente. Esta nueva pila es ultraligera, extremadamente fina y totalmente flexible.
El secreto del rendimiento de esta pila es la capa ininterrumpida, homogénea, con grosor nanométrico, hecha de PPy, sobre fibras de celulosa individuales que a su vez pueden ser moldeadas en hojas de papel de porosidad interior excepcionalmente alta. La pila puede funcionar con temperaturas que van desde -37,8ºC hasta +148,9ºC. Esto se explica porque utiliza como electrolito un líquido ionizado.
Los investigadores utilizaron celulosa especial, extraída de una cierta
especie de algas verdes, con 100 veces el área de superficie de la celulosa
presente en el papel normal. Esa área de superficie fue fundamental para
permitir que el nuevo dispositivo pudiera lograr una gran eficacia al almacenar
y al descargar la electricidad.
El diseño innovador
de la célula de la batería es sin embargo sorprendentemente simple, aunque muy
útil. Ambos electrodos consisten en pedazos idénticos del papel compuesto
separados por un papel ordinario de filtro con cloruro sódico como electrolito.
La diferencia de potencial se debe sólo a las diferencias entre la forma
oxidada y la reducida de la capa funcional de PPy.
La pila se recarga más rápidamente que las baterías recargables convencionales y parece apropiada para aplicaciones que involucren la electrónica flexible, como la incorporada en vestidos y en embalajes.
Es además ecológica, ya que como el papel, es fácilmente biodegradable y
no contiene ninguna sustancia química tóxica. Puede así ser utilizada como
fuente eléctrica para equipamientos implantados en el cuerpo humano, como
marcapasos o desfibriladores.
Los investigadores imprimieron estas pilas
como hojas de papel y mostraron que las copias podían utilizar electrolitos
naturales existentes en el sudor, la orina y la sangre humana para ser
activados y producir electricidad.
Rosa Sánchez Cabrera.